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Entre la niebla, la montaña y la memoria: 25 años del Parque Entrenubes

Por: webmasterlocal
Publicado el: Diciembre 2025

A las cinco de la mañana, cuando Bogotá todavía bosteza y las primeras luces apenas insinúan el amanecer, hay un lugar en el suroriente de la ciudad donde el día nace distinto. Es Entrenubes, ese inmenso pulmón verde que respira entre Usme, San Cristóbal y Rafael Uribe Uribe, un territorio donde la naturaleza aún puede escucharse sin interrupciones, donde la montaña habla y la ciudad, por un momento, guarda silencio.
 
Hace veinticinco años este paisaje era un sueño colectivo, una causa comunitaria, un territorio amenazado por la expansión urbana que, sin embargo, parecía empeñado en resistir. Hoy es uno de los parques ecológicos más importantes de Bogotá: 700 hectáreas de bosque altoandino, quebradas, senderos, miradores y vida silvestre. Un santuario que cumple un cuarto de siglo como área protegida, pero que tiene miles de años latiendo bajo la niebla.
 
El origen de un pulmón que se defendió a sí mismo
 
A mediados de los años 90, varios barrios populares empezaban a trepar sin control por las laderas, presionando los cerros Guacamayas, Juan Rey y la Cuchilla del Gavilán. Fue entonces cuando líderes ambientales, juntas de acción comunal y actores sociales de Usme, San Cristóbal y Rafael Uribe Uribe decidieron que esa montaña no podía perderse. No podían dejar que una de las últimas reservas de bosque altoandino al sur de la ciudad desapareciera.
 
En 1996 comenzaron a gestarse las primeras acciones comunitarias de defensa del territorio. Un año después, el Plan de Ordenamiento Territorial del Borde Sur reconoció el área como zona de especial protección ecológica. Y para el año 2000, Bogotá formalizó su existencia como Parque Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes, consolidando legalmente lo que las comunidades ya venían defendiendo con su cuerpo y su voz.
 
 
Ese fue el punto de partida, el acto fundacional de este refugio natural que hoy celebramos. Un bosque que respira, un aula que enseña, un territorio que conecta
Con el paso de los años, Entrenubes se convirtió en un lugar donde cientos de colegios han aprendido a mirar la naturaleza, donde familias hacen caminatas guiadas y donde miles de ciudadanos encuentran un escape de la ciudad sin tener que abandonar la ciudad. En 2003 se inauguró la primera aula ambiental, un pequeño símbolo de una misión enorme: educar para preservar, enseñar para transformar, sembrar conocimiento para cosechar futuro.
 
Desde entonces, cada sendero restaurado, cada jornada de reforestación, cada hectárea recuperada ha sido un acto de resistencia ecológica. A pesar de que Entrenubes es un gigante natural, su fragilidad es evidente. Las invasiones y la urbanización irregular han deteriorado cerca de 18 hectáreas: árboles talados, humedales afectados, nacimientos de agua contaminados. Pero aun así, el parque ha resistido.
 
Ha resistido porque la naturaleza es fuerte, sí, pero también porque sus guardianes —los habitantes que lo rodean— lo han defendido durante décadas.
 
Entrenubes no es solo un parque. Es un ecosistema complejo que alberga siete quebradas que alimentan la ciudad. Es corredor ecológico, refugio para aves como la tingua, el atrapamoscas, el chamicero y el búho; hogar de plantas nativas como siete-cueros, arrayanes, encenillos y helechos gigantes. Es una gigantesca aula viva que conserva especies de flora y fauna que, en muchas otras zonas de Bogotá, ya no existen.
 

 
Sus miradores ofrecen una vista de 360°: Bogotá entera desplegada como un manto gris y brillante, y, al girar la mirada, la montaña cubierta por nubes que suben y bajan como si respiraran. De ahí su nombre: Entrenubes, el lugar donde la ciudad toca la niebla y la niebla toca el cielo.
 
La protección del parque no ha sido un camino fácil. La presión urbanística, la falta de control en ciertos momentos y la especulación del suelo han puesto en riesgo su integridad. Sin embargo, en sus 25 años las administraciones distritales y locales han logrado frenar ocupaciones ilegales, reubicar familias asentadas en zonas de riesgo y demoler estructuras abandonadas que afectaban el ecosistema.
La misión es clara: este parque no se negocia, no se fragmenta, no se pierde.
 

Entrenubes es uno de los últimos pulmones del suroriente bogotano, un amortiguador del cambio climático, un regulador térmico, un productor natural de oxígeno, un protector del recurso hídrico. Su valor ecológico es incalculable.
Un cumpleaños que se siembra, no se celebra
 
A diferencia de otros aniversarios que se festejan con música o discursos, el de Entrenubes se celebró sembrando vida. Cientos de árboles y arbustos nativos fueron plantados por estudiantes, ambientalistas, vecinos y colectivos comunitarios en un acto simbólico y poderoso: regalarle futuro al parque que por tantos años nos ha dado aire, sombra y esperanza.
 
Es un recordatorio de que Entrenubes no es un lugar para visitar, sino un patrimonio que debemos cuidar.
 

En este aniversario, la Alcaldía Local de Usme, junto a las administraciones de San Cristóbal y Rafael Uribe Uribe, hace un llamado claro y urgente: proteger Entrenubes es una responsabilidad colectiva. Evitar nuevos asentamientos irregulares, denunciar actividades ilegales y participar activamente en su cuidado es la única manera de asegurar que continúe vivo, sano y fértil durante los próximos 25 años.
 
Entrenubes es memoria, es oxígeno, es agua, es vida. Es el corazón verde de nuestra localidad y uno de los tesoros ambientales más importantes de Bogotá.
Hoy, 25 años después de su nacimiento oficial, sigue siendo un recordatorio poderoso de lo que ocurre cuando una comunidad se une: las montañas se salvan, los bosques resisten y la ciudad respira.
 
Entrenubes no es solo un parque.

Es un paisaje que nos pertenece a todos.

Un legado que no podemos perder.

Un territorio que seguirá vivo mientras lo sigamos defendiendo.
 
Entrenubes: 25 años donde la vida se eleva, entre la ciudad y las nubes.